La Costumbre del Baño.
TODA SUCIEDAD DE LA CORTE
El baño es un antiguo hábito del hombre, desde la distante civilización egipcia. En la Roma de los Cesares, con la profusión de termas y chafarices, hablaban que el exceso de baños fuera una de las causas de la declinación del imperio. Con el surgimiento del Cristianismo, sin embargo, la cosa cambia de figura. El baño pasa a ser visto como un culto al cuerpo, un pecado innombrable, y es abominado por los religiosos. Nadie más lavase. Portugal adhiere a la costumbre e implanta en el Brasil, con la llegada de la Familia Real. Hasta los indígenas, que se bañaban diversas veces al día, pasaran a tener miedo de agua. […]
“EL ENCANTO VIENE DE LA FRANCIA”
La falta de baño es un encanto europeo. En Francia Luís XIV vive 77 años sin querer mojar los pies. Luís XV solamente toma su primero baño antes de morir, cuando contrae viruela. Tarde demás, todavía, Luís XVI y María Antonieta van para la guillotina sin jamás se lavaren. En las cartas que escribe a Joséphine, el imperador Napoleón Bonaparte ruega que la amada jamás se bañe, pues le encanta sentir su “perfume natural”.
No es en vano que la industria de perfumes se desarrolla más en la tierra donde el mal olor es más fuerte. Los polvos de maquillaje sirven para disfrazar las enfermedades de piel. Las perucas esconden los piojos que pasean por el pelo de mucha gente buena. Vez u otra, pasase un paño húmedo sobre la piel para remover la costra y el tejido muerto. Y solamente.
Se en Francia es así, Portugal no podría quedarse atrás. El hábito es tomar, en máximo, cuatro baños por año, en el cambio de cada estación. Es cuando se cambia la ropa de arriba. Las de abajo se quedan las mismas. Había una creencia de que los hombres temían perder la virilidad y las mujeres, la fertilidad. Puede ser un retraso, pero la superstición aun permanece, de cierta forma. ¿Ya han notado que algunos técnicos de fútbol usan siempre la misma ropa, en victorias o derrotas?
En los siglos XVII y XVIII, los baños en Rio son muy raros. El abastecimiento de agua de la ciudad es ridículo. E primero chafariz es instalado apenas en 1726. Hay una tentativa de canalizar el rio Carioca, pero los genios de entonces usan una tubería de madera que se pudrí antes mismo del sistema estar concluido. Cuando la Corte llega, en 1808, el ambiente es de los más propicios.
EL REY DETESTA AGUA
D. Juan VI no es muy llegado en baños. Le encanta comer unos pollitos grasados. Limpia los dedos en la ropa mucho usada o en la de los esclavos. En consecuencia de la mala alimentación, Su Majestad tiene constantes problemas con los intestinos. Sufre de hemorroides y pena con la flatulencia. Arrota y peda delante de cualquier que sea. ¡Pobre de quien se ríe! Gana un hielo, es alejado de la Corte y pierde el privilegio. Cada deslice del rey es tratado de forma discreta. Nadie mira. […]
Pero D. Juan hay de dar buenos ejemplos a los hijos Pedro y Miguel, que sientan para comer con el monarca. Antes de pellizcar sus pollitos, el rey lava las manos con lavanda. Es la única ocasión que la Corte testimonia un acto de higiene del monarca – que ya está con 51 años y jamás ha tomado un baño, así como la esposa, Doña Carlota Joaquina. Considerase puro, predestinado, dilecto hijo de Dios. Hallarse febril, todavía. Fue picado por una garrapata en la pierna izquierda. La herida ha inflamó.
El Médico que sirve la Familia Real es llamado. Examina la pierna de D. Juan y dice su veredicto:
- Vuestra Majestad debe tomar un baño, con urgencia.
El monarca tiene voluntad de degollar el insolente. ¿Cómo osa mandar el rey tomar baño? Parece que la situación es muy grave, caso inverso no tenería tamaña osadía. D. Juan toma las providencias para la cena histórica. Ordena que sea comprada una casa de finca nel Caju cambiándola en casa de baños. […] ¡Siente el agua tocarle el cuerpo, finalmente! Quedase curado, pero experiencia igual jamás se repetirá. […]
El hábito de higiene personal pasa a ser semanal a partir de las primeras epidemias de fiebre amarilla, en 1855. Por vuelta de 35 años después, el ingeniero Paulo de Frontín implanta el sistema de abastecimiento de agua de la ciudad. Con los surtos de la gripe española, en los primeros años de este siglo, el baño diario pasa a ser un hábito del brasileño. De grande mayoría, por lo menos.
VIERA, Claudio. La Historia del Brasil Son Otros 500.
Record, 2000.
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